Los costos de producción y la pérdida de biodiversidad son factores a los que se enfrentan los productores de este nutritivo fruto. Sin embargo, se ha encontrado que la participación y autoorganización establecida por la comunidad chontadurera son esenciales para que a través de mermeladas, snacks, yogures, bebidas, artesanías y otras cadenas de valor se dé un proceso sostenible a todo el sistema alimentario. Implementar estrategias para reducir el uso de agroquímicos y diversificar las actividades económicas también forman parte de los desafíos.
El chontaduro es un alimento de gran importancia cultural y económica para muchas comunidades campesinas. En el Guaviare este cultivo es una actividad tradicional de muchas familias, quienes han visto en él una forma de llevar a casa el sustento diario, aprovechando su sabor exótico con algo de dulce, y por supuesto su cremosidad.
En el 2000 aumentó su importancia, después de que se dieron los procesos de fumigación de los cultivos ilícitos. En ese entonces, muchas familias de la región dependían de la siembra de cultivos de coca, y el chontaduro fue una de las alternativas de producción legales y esperanzadoras que encontraron en el camino. En 2021 la Federación Nacional de Cultivadores de Chontaduro (Fenacho) registraba 1.124 hectáreas sembradas, de las cuales dependían económicamente 330 familias.
Con el paso de los años se ha constituido un sistema alimentario alrededor de este fruto, en el que participan actores clave como los campesinos encargados del cultivo, las asociaciones que ayudan a comercializar, las instituciones gubernamentales que brindan apoyo a la actividad y los consumidores que optan por adquirir este fruto.
Erwin García, magíster en Seguridad Alimentaria y Nutricional de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), se propuso identificar las fortalezas y debilidades de este sistema agroalimentario en la comunidad.
La investigación, que involucró a 18 familias de siete asociaciones locales, se basó en una metodología participativa y multidimensional mediante la cual el magíster evaluó cinco dimensiones clave: el derecho humano a la alimentación; la participación comunitaria; la pobreza y la equidad; los conflictos socioambientales, y la resiliencia socio-ecológica.
“Uno de los hallazgos es que el sistema agroalimentario del chontaduro en el Guaviare es sostenible, pues los campesinos están organizados en asociaciones que les permiten comercializar sus productos en diferentes cadenas de valor y tener voz en las decisiones que afectan su actividad".
“La participación y la organización son dos factores que disminuyen la pobreza y la inequidad, aunque la fuente de ingresos es el factor presente más negativo; lo que ellos tienen no les suministra las ganancias que deberían tener", indicó el experto.
Sin embargo también identificó un problema grande: los agroquímicos. En esta región, así como en Buenaventura y en otras zonas existe el picudo, un cucarrón pequeño que aun así puede dañar palmas de chontaduro. Para hacerle frente a esta plaga, las personas optan por usar pesticidas indiscriminadamente, que además de afectar el equilibrio ambiental con los químicos ha generado resistencia en las plagas.
“Esta situación aumenta los costos de producción y disminuye la biodiversidad, y también hay otro factor: la dependencia exclusiva del chontaduro como única actividad económica de los pobladores, que los hace vulnerables a los precios del mercado", señala el magíster.
Aportes a la comunidad
Después de identificar estos puntos llenos de posibilidades, el investigador señala que es importante empezar a implementar estrategias para reducir el uso de agroquímicos y diversificar las actividades económicas de la comunidad chontadurera.
Pero además, a partir de estos resultados la misma comunidad ha tomado acciones y ha generado propuestas de soluciones prácticas y replicables, entre ellas la diversificación de cultivos, la incorporación de prácticas de agricultura orgánica y la creación de mercados campesinos.
“Los resultados también se socializarán con la Gobernación de Guaviare para crear una base de estrategias que maximicen la sostenibilidad de la producción de chontaduro", concluye el egresado de la UNAL.
