Así lo detalla Luz Ángela Mendieta Ríos, licenciada en Biología y magíster en Medio Ambiente y Desarrollo del Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).
En su investigación, la magíster detalla que tanto mujeres como hombres poseen conocimientos alrededor del manejo de la siembra de los tubérculos andinos, en lo que respecta a los cultivos locales, el entorno natural de cada especie y las prácticas agrícolas propias de estos. Sin embargo, destaca que la experimentación y los conocimientos referentes al uso de estos tubérculos es mayor en las mujeres.
Las rubas (Ullucus tuberosus), ibias (Oxalis tuberosa) y cubios (Tropaeolum tuberosum) han persistido desde la época precolombina en sistemas productivos indígenas y campesinos. Por lo general, las especies de tubérculos andinos se siembran entre los 2.000 y 4.000 msnm, a inicios de la época de lluvias, entre marzo y abril, en asocio con otros cultivos como maíz, papa, calabaza, arracacha, arveja y habas.
Aunque estos tres tubérculos forman parte de la dieta típica de Boyacá y se incluyen en platos famosos, como el "cocido boyacense", en el panorama actual reflejan la pérdida de la agro-biodiversidad presente en los agro-ecosistemas rurales, pues son subutilizados y subvalorados, lo que lleva a la pérdida tanto de las semillas como de los conocimientos y prácticas campesinas instauradas por antiguas generaciones alrededor de tales cultivos.
Roles de hombres y mujeres
Desde una perspectiva ambiental (relación ecosistema-cultura) y de género, el estudio analiza los roles de mujeres y hombres campesinos en el uso, el manejo y la conservación de tubérculos andinos en los municipios mencionados.
Según la investigación, las mayores diferencias se encuentran entre hombres y mujeres cuando se habla de las prácticas de manejo de los cultivos, pues por lo general, aunque ellas tengan poder de decisión sobre lo que cultivan, la actividad física en cada momento de producción agroecológica (preparación del suelo, siembra, cuidado del cultivo, cosecha) varía según el sexo, inclinándose hacia los hombres.
Algo similar sucede en el caso de las prácticas sociales campesinas vinculadas al uso de estos tubérculos, entre las que se destacan las de uso productivo, las de intercambio y las sociales reproductivas, en las cuales, por lo general, son las mujeres quienes más se involucran.
"En la siembra, la selección de las semillas la hacen principalmente las mujeres, mientras que el cuidado del cultivo está a cargo de los hombres, quienes están atentos a cortar y volver a abonar, etc.; ellas, por su parte, están muy pendientes de la preservación del cultivo, cuidando que los animales no se los coman. Es una actividad muy complementaria", señala la investigadora.
Familias campesinas
Para el estudio se trabajó con 19 familias de Boyacá, todas muy diversas entre sí, 7 del municipio de Tibasosa, 8 de Ventaquemada, y 4 de Turmequé.
En el trabajo de campo, que duró cerca de 4 meses, con cada una de las familias se realizó un ejercicio de cartografía social, mediante el cual se buscaba plasmar en el mapa su agro-ecosistema, sus fincas y los espacios en los que trabajaban, donde generalmente las mujeres y los hombres están dentro de los cultivos de tubérculos andinos, para determinar qué función cumple cada uno.
En el proceso de selección de los actores la investigadora tuvo en cuenta que dentro de las comunidades hubiera procesos de conservación de la agro-biodiversidad en general, y que además tuvieran modelos organizativos de base y que cultivaran los tubérculos seleccionados en el estudio.