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 16/03/2022

El análisis de suelos para cultivos se debe hacer cada 15 o 20 hectáreas en promedio

Sin saber las características del terreno, no se podrá prever el resultado del cultivo, sea cual sea el producto.

En la agricultura actual, sin importar el tipo o tamaño del cultivo, es fundamental acudir a la tecnología para lograr mejores rendimientos. Una de las herramientas fundamentales para el óptimo aprovechamiento de todos los recursos, es la realización previa de un análisis de suelos.

Sembrar sin tener un análisis previo de suelos, es estar a ciegas. Sin saber las características del terreno, no se podrá prever el resultado del cultivo, sea cual sea el producto: legumbres, pastos, frutales, flores, etc. Es también arriesgar tiempo y dinero, no solo en el crecimiento de las plantas o arbustos, sino en la prevención de posibles enfermedades.

"Cuando se hace el análisis de suelos se determinan las necesidades del cultivo, los componentes de esos sustratos y se hace un balance: cuánto aporta el suelo y cuánto necesita el cultivo", afirmó Carlos Santiago Escobar Restrepo, docente PhD de la Universidad Católica del Oriente.

Por simples antecedentes o conocimientos empíricos del agricultor, no se pueden determinar aspectos tan importantes como la fertilidad, la disponibilidad de nutrientes y el diagnóstico de posibles problemas. Por eso, es fundamental el estudio de suelos que ayudará a determinar las necesidades en clase y cantidad de abonos o fertilizantes antes y durante la siembra. Incluso, un análisis de suelos puede indicar cuál es el cultivo indicado para determinada área o cuales son los peligros a los que se puede enfrentar.

"Hoy en día, son fundamentales las prácticas regenerativas y de conservación de la salud del suelo y los estudios de estos nos sirven para ver sí han sido correctas. Así podemos saber si el terreno sigue teniendo potencial productivo", afirmó Juan Antonio López Encina, gerente técnico de Agritec (AGQ Labs Colombia).

La eficacia de un análisis de suelos depende de la representatividad de este, de la forma como se tome la muestra y de la calidad del laboratorio que la haga. La recomendación de los expertos es hacer un análisis por cada 15 o 20 hectáreas de superficie. De nada sirve hacer un análisis en un porcentaje pequeño (menos de 10%) del área a sembrar.

"Las claves a la hora de hacer un análisis es tener en cuenta la topografía y que la muestra sea representativa (por lo menos 12 muestras). Hay que mirar si hay movimientos de tierra, lixiviación. Incluir todas las áreas a sembrar", insistió el profesor Escobar.

Incluso, hay estudios complementarios a los de suelos que pueden proporcionar información adicional fundamental para la toma de decisiones al momento de sembrar. Por ejemplo, están los análisis de las aguas de riego, mapas nutricionales, etc.

Instituciones públicas como el Laboratorio de Suelos del Instituto Geográfico Agustín Codazzi o varias empresas privadas, acreditadas por su experiencia, prestan el servicio de análisis de suelos con tarifas muy accesibles para agricultores de todos los tamaños.

"Las empresas reconocidas en estudios de suelos están auditadas por normas internacionales. Los sistemas de diagnósticos están estandarizados y los estudios arrojan resultados muy confiables para los agricultores", dijo López Encina, de AGQ Labs.

Para finalizar, es importante también hacer un buen uso de los resultados del análisis de suelos. Por eso, lo recomendable es acudir a un agrónomo o profesional que sepa interpretar estas cifras y traducirlas en las necesidades del terreno y en cómo se atenderán estas. Nada se hace si se realiza un buen estudio de suelos, pero no se utilizan adecuadamente sus resultados.

Los parámetros básicos

Un análisis de suelos completo debe medir los diversos parámetros que expones a continuación:

Textura: Es fundamental para la estrategia de riego y para conocer la retención de nutrientes. Indica el contenido de sales y minerales y que elementos deben ser aportados al cultivo.

PH: Es muy importante para saber si son suelos ácidos o alcalinos y cuál será su reacción a los abonos.

Conductividad eléctrica: Indica la salinidad del suelo. Su valor es necesario para saber si el cultivo tolera el suelo elegido.

Nutrientes: Quizás, la medición más importante. Determina qué cantidad de ellos hay y en qué forma se encuentran. Mide macronutrientes (nitrógeno, fósforo, potasio, calcio y magnesio) y micronutrientes (hierro, boro, manganeso, cinc, molibdeno y cobre).​

Fuente: Agronegocios.co​

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