La investigación en agroecología es el camino hacia una producción más sostenible y respetuosa con el medio ambiente, como marca el Pacto Verde Europeo.
Entre un 20 y un 40% de la producción global de los cultivos se pierde debido a la incidencia de enfermedades y plagas, "a lo que habría que añadir el impacto indirecto de estas pérdidas en los consumidores, la sociedad, el sistema de salud pública, la economía y el medio ambiente", estima Celia M. Cantín, investigadora Araid del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), pero los retos climáticos y medioambientales están obligando a cambiar la forma de hacerles frente.
Las nuevas políticas agrarias definidas en el Pacto Verde Europeo "implican una producción agrícola con menos pesticidas e insecticidas de síntesis orgánica y una reconversión hacia el uso de los bioestimulantes más respetuosos con el medio ambiente –señalan desde el CITA–. Las plagas y enfermedades de los cultivos hortícolas y frutales disponen cada vez menos de productos eficaces para su tratamiento, por ello es de especial importancia desarrollar cultivos con resistencias incorporadas a las enfermedades importantes, así como el estudio y mantenimiento de la biodiversidad y de los enemigos naturales de los agentes patógenos".
En este marco, la Unidad de Hortofruticultura del CITA tiene abiertas varias líneas de trabajo. Su objetivo, explica la investigadora Ana Garcés, es "proveer a los cultivos o a los ecosistemas de herramientas sostenibles para enfrentarse a las nuevas adversidades que se plantean con el cambio climático: condiciones climáticas más extremas, escasez de agua, nuevas plagas y enfermedades, nuevos retos en cuanto al manejo de los frutos...". Concretamente, añade María José Rubio-Cabetas, "con el cambio climático y la expansión de los cultivos a zonas con mayores recursos hídricos, la incidencia de enfermedades es mayor y las únicas armas efectivas son la incorporación de la resistencia mediante la mejora genética y el desarrollo de soluciones más sostenibles, incorporando los microorganismos asociados beneficiosos y el desarrollo en factorías de depredadores naturales para la lucha biológica en cultivos de invernadero". Por eso, destaca Cristina Mallor, es tan importante "preservar los recursos fitogenéticos existentes, que pueden poseer genes de resistencia a condiciones adversas o enfermedades determinadas, y que posibilitarían la introducción de esos caracteres en nuevos materiales", señala.
Mejora genética en melocotón
Entre un 20 y un 40% de la producción global de los cultivos se pierde debido a la incidencia de enfermedades y plagas1
Una estrategia para evitar las enfermedades es empezar por comprender los mecanismos tanto fisiológicos como genéticos que controlan la susceptibilidad a cada patología y así poder seleccionar nuevas variedades que se vean menos afectadas y tengan una mayor vida útil. Celia M. Cantín, investigadora ARAID, lidera en el CITA una línea de mejora genética de melocotonero centrada en la selección de materiales con una menor susceptibilidad a enfermedades producidas por hongos (fundamentalmente a 'podredumbre marrón' causada por el hongo Monilinia spp.) y otras patologías poscosecha, como los 'daños por frío' o la 'mancha corchosa'. En este proyecto, que cuenta con financiación de la Agencia Estatal de Investigación, se ha evaluado la susceptibilidad a estos problemas en más de 100 variedades melocotonero existentes en las colecciones de referencia del CITA y la Estación Experimental de Aula Dei (ambas en Zaragoza) y se ha observado la existencia de materiales con una gran sensibilidad y otros con una mayor tolerancia. Actualmente se llevan a cabo estudios genéticos para identificar cuáles son los genes o zonas del genoma que determinan estas susceptibilidades.
Borrajas más fuertes por naturaleza
En el marco del Programa de Desarrollo Rural del Gobierno de Aragón, los investigadores del CITA Ana María Sánchez, Vicente González y Cristina Mallor están llevando a cabo el proyecto que lleva por título 'Borraja: sostenibilidad, innovación varietal y mejora de la productividad'. Actualmente, están trabajando en la búsqueda de fuentes de resistencia natural a una enfermedad que, causada por el hongo de suelo Fusarium oxysporum, produce importantes pérdidas en el cultivo de la borraja. Para ello, se están utilizando los diferentes tipos de borraja que se mantienen en la colección del Banco de Germoplasma Hortícola del CITA. Los primeros resultados obtenidos en el marco de este proyecto indican que algunas de las plantas sometidas a inoculación artificial con el hongo sobreviven, a pesar de la elevada mortalidad y acción devastadora que el patógeno produce en el resto. Los investigadores del CITA tienen ya diseñado el siguiente paso, que consistirá en obtener semilla de las plantas resistentes y estudiar cómo reacciona ante este hongo su descendencia.
Biocontrol en sandía y melón
La fusariosis del melón y la sandía es una enfermedad causada por distintas especies del género Fusarium. Se trata de uno de los principales factores limitantes para su cultivo y ocasiona la disminución de la producción y el uso intensivo de fitoquímicos. Para ofrecer soluciones a una agricultura medioambientalmente más responsable, desde el CITA, los investigadores Ana Garcés-Claver y Vicente González, en colaboración con el Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora, se está trabajando en un proyecto de investigación financiado por la Agencia Estatal de Investigación basado en la mejora para la resistencia a esta enfermedad. Los investigadores están actualizando los datos de incidencia y diversidad de los patógenos fúngicos asociados a la fusariosis presentes en las principales zonas productoras de sandía y melón en España. Para avanzar en su biocontrol, se están identificando agentes fúngicos de control con el fin de estudiar su capacidad antagonista. Asimismo, se están identificando regiones genómicas asociadas a la resistencia a esta enfermedad, mediante la búsqueda de cultivares resistentes y su posterior utilización para el desarrollo de poblaciones de mejora. El fin último es desarrollar nuevas variedades resistentes.
Creación de almendros resistentes
En el programa de mejora genética de almendro y portainjertos del CITA se ha desarrollado material vegetal resistente a diferentes estreses bióticos. Por un lado, los híbridos rojos, resistentes a nematodos del género Meloidogyne, y por otro, las variedades de floración tardía Diamar y Vialfas, resistentes a la mancha ocre. Actualmente, un equipo multidisciplinar con especialistas en genómica, fitopatología y genética como Jerome Grimplet, Vicente González y María José Rubio-Cabetas, como coordinadora, estudia los genes de resistencia a enfermedades en almendro, con el fin de introducir esos caracteres resistentes en las nuevas selecciones. Adoptando un enfoque global, se está caracterizando el microbioma asociado a diferentes genotipos de almendro. Así, se pretende comparar las comunidades de microorganismos asociadas a genotipos tolerantes o sensibles a distintas enfermedades fúngicas del almendro, como la mancha ocre, el cribado o la podredumbre de cuello y raíz. Esto permitirá detectar diferencias entre variedades, así como ver qué microorganismos clave modulan y facilitan la expresión en la planta de esos perfiles de tolerancia o sensibilidad para incorporarlos a estrategias de mejora.
Fuente: Heraldo.es